
Ángel esta cansado de buscar en otros ojos la mirada violeta de Dulce, la odia solo por eso. Y Dulceno puede abrirse a nadie más, un pasado oscuro le hace temer el contacto físico y por desgracia no lo teme al lado de Ángel.
Lo peor de todo es que a veces no basta querer, para olvidar y mucho menos para perdonar. Ambos prefieren vivir odiándose, que aceptar que en realidad se aman...
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