
Bryn La Salvaje lleva eones flagelándose por la decisión que tomó y que afectó de lleno a Ardan. Sus palabras lo alejaron de ella, rompieron su kompromiss y congelaron las alas de su einherjar, el hombre por el que hubiera dado su vida a ciegas. Las alas de ambos están heladas y azules. Pero ahora, ella y su ejército de valkyrias se encuentran en Escocia luchando por recuperar el último de los totems divinos de los dioses que fueron robados del Asgard. La Generala estará, contra su voluntad, en manos del duro highlander, pero no rendirá hasta demostrarle al escocés déspota y dominante que puede someter su cuerpo, pero nunca su alma ni su corazón. Una palabra de Ardan la devolvería al Valhall sin honores; y una pregunta del guerrero de ojos caramelo podría cambiar la relación entre ellos. ¿Le importará ella lo suficiente como para preguntarle por qué hizo lo que hizo? ¿Aprenderá Ardan que no se puede someter a alguien tan disciplinado y honorable como Bryn? El Midgard empieza temblar. La tierra se agrieta y de sus entrañas nace una terrible rebelión. Los portales se empiezan a activar uno detrás de otro y Gungnir, todavía extraviada, no debe clavarse en ninguno de ellos. La guerra está a la vuelta de la esquina.
Pero no hay batalla más sangrienta que la que estalla entre dos guerreros de alas congeladas. El hielo seco de ella puede quemar tanto como el despachado fuego de él. Que arda el Midgard.
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